05 Sep 2025

¿Quiénes son los “encapuchados” de Milei?

Barras bravas en el acto de cierre de campaña libertario en Moreno. La investigación de Gustavo Grabia que identificó a miembros de grupos violentos de River Plate y otros clubes. La coordinación de operadores oficialistas y la complicidad policial revelan prácticas que el oficialismo denuncia.
¿Quiénes son los “encapuchados” de Milei?

La presencia de grupos de barras bravas en el acto de cierre de campaña de Javier Milei en Moreno ha generado polémica por las contradicciones del discurso oficial que se presenta como “anticasta”. Según las investigaciones del periodista especializado Gustavo Grabia, reconocido por su trabajo en violencia futbolística, varios de los individuos encapuchados que ingresaron al club Villa Ángela con evidente complicidad policial fueron identificados como miembros de facciones de la barra brava de River Plate, así como de otros clubes como Platense y Deportivo Merlo . Entre ellos destacan Ariel “Pato” Calvici, líder de una facción riverplatense con vínculos sindicales y políticos; Matías Joel Sacco, exjefe de la barra de Platense con antecedentes por narcotráfico y salideras bancarias; y Sebastián Barraza, de la facción del Oeste de Los Borrachos del Tablón, históricamente asociada a la violencia . También fueron reconocidos Javier Bellino, de una familia con fuerte influencia en la barra de River en Morón, y Daniel “Dani” Andrada, operador en Moreno ligado a redes de seguridad y aprietes.

¿Quiénes son los “encapuchados” de Milei?

Este reclutamiento no sería espontáneo, sino coordinado por operadores políticos de La Libertad Avanza, particularmente por el senador provincial Sebastián Pareja, allegado a Karina Milei . La utilización de estos grupos como “seguridad” o “fuerza de choque” revela una práctica habitual en la política argentina, donde las barras bravas funcionan como “mano de obra” disponible para quien pueda contratarlas, trascendendo ideologías y partidos . De hecho, Grabia destacó que varios de estos mismos individuos habían sido visualizados en actos peronistas, incluso detrás del gobernador Axel Kicillof, lo que demuestra su carácter de actores políticos reciclados.

El episodio evidencia una clara contradicción con la retórica oficial de combate a la violencia y la “casta”, especialmente encarnada por la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, quien promueve medidas duras contra las barras bravas . La paradoja es evidente: mientras el gobierno nacional anuncia restricciones de acceso a estadios para hinchas violentos –como ocurrió recientemente con miembros de “Los Legendarios” de Estudiantes de La Plata por incitación a la violencia– , permite que grupos similares operen con impunidad en actos oficialistas. Esta dualidad refleja la profundidad de las relaciones entre el poder político y estas organizaciones, que según expertos como el sociólogo Diego Murzi, son útiles para “políticos, policías y dirigentes clubes” por su control territorial y capacidad de movilización.

El modus operandi de las barras bravas excede el ámbito deportivo: están insertas en economías ilegales como la reventa de entradas, el narcotráfico y la seguridad privada no regulada . Su influencia es tal que, como señaló Murzi, en Argentina los presidentes de clubes necesitan alianzas con estos grupos para gobernar, y los políticos los usan para demostrar fuerza en actos públicos . Esto explica por qué, pese a más de 315 muertes relacionadas con la violencia futbolística desde 1922 , su poder persiste intacto.

El incidente de Moreno no es aislado. Días antes, en los disturbios durante una caravana libertaria en Lomas de Zamora, el diputado José Luis Espert fue rescatado por Damián Matías Rosati, un barra brava de Comunicaciones con causas por amenazas y lesiones . Estos hechos sugieren que la construcción del poder de La Libertad Avanza en la provincia de Buenos Aires se está apoyando en actores tradicionales de la política territorial, lejos de la supuesta renovación “anticasta” que pregona su discurso. La paradoja es histórica: mientras Milei se presenta como un outsider que rompe con el establishment, su movimiento recurre a las mismas herramientas de violencia y clientelismo que denuncia, exponiendo la continuidad de un sistema donde la política y las barras bravas han estado siempre entrelazadas.