El Papa Francisco falleció este lunes a los 88 años en su residencia de la Casa Santa Marta en el Vaticano, marcando el fin de un pontificado de 12 años que revolucionó la Iglesia Católica con un enfoque centrado en los más vulnerables y una agenda reformista sin precedentes. El comunicado oficial, emitido por el cardenal Kevin Joseph Farrell, confirmó que el Sumo Pontífice murió a las 7:35 hora local, tras una serie de complicaciones respiratorias y de movilidad que lo habían llevado a ser hospitalizado en varias ocasiones durante el último año. Su última aparición pública fue durante la bendición de Pascua.
Desde #Abuelas expresamos nuestra más profunda tristeza por el fallecimiento del Papa Francisco, un defensor de la justicia social y de los #DerechosHumanos.
— Abuelas de Plaza de Mayo (@abuelasdifusion) April 21, 2025
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Nacido en el barrio de Flores, Buenos Aires, Bergoglio fue el primer Papa latinoamericano y jesuita en ocupar el trono de San Pedro. Optó por una vida austera, basado en la doctrina social de la iglesia, rechazando los lujos del Palacio Apostólico para residir en Santa Marta, un gesto que simbolizó su compromiso con la humildad y la cercanía a los fieles. Su muerte desencadenó una ola de condolencias globales: desde el rey Carlos III del Reino Unido, quien elogió su “compasión” y su lucha por la “unidad de la Iglesia”, hasta Vladimir Putin, que lo calificó como “defensor de los más altos valores del humanismo”. En Argentina, el gobierno decretó siete días de duelo, resaltando su austeridad y su postura contra el aborto, aunque su legado trascendió fronteras ideológicas.
Hoy es un día tristísimo. Francisco se convirtió en referencia de los que luchan por la justicia social en todo el planeta. Mientras muchos exaltan el egoísmo, el Papa predicó siempre por una economía al servicio de los que más necesitan.
— Axel Kicillof (@Kicillofok) April 21, 2025
La partida de Francisco deja un vacío… pic.twitter.com/KJz2YkIt0E
Las reformas progresistas que definieron su papado
Entre los pilares de su legado destacan las decisiones más progresistas y reformistas que sacudieron los cimientos de una institución milenaria. Francisco impulsó una reestructuración histórica de la Curia Romana mediante la constitución Praedicate Evangelium (2022), descentralizando el poder y permitiendo que laicos, incluidas mujeres, lideraran dicasterios vaticanos, un cambio radical en una estructura tradicionalmente jerárquica. Promovió la tolerancia cero ante abusos sexuales, endureciendo normas y eliminando el secreto pontificio en estos casos, aunque críticos señalaron resistencias internas.
En lo social, abogó por una Iglesia “en salida”, cercana a las periferias: simplificó los procesos de nulidad matrimonial, permitió que sacerdotes absolvieran a mujeres que abortaran y, en un gesto simbólico sin precedentes, abrió la puerta a bendiciones a parejas homosexuales, aunque aclaró que no equivalían al matrimonio. Esta postura generó tensiones con sectores conservadores, como los cardenales Burke y Strickland, quienes rechazaron cualquier flexibilización.
Además, modernizó la gestión vaticana con reformas financieras para combatir la corrupción, incluyendo auditorías y el cierre de cuentas sospechosas. En diplomacia, medió en el acercamiento entre Cuba y Estados Unidos y firmó un controvertido acuerdo con China sobre el nombramiento de obispos. Su enfoque ecológico, plasmado en la encíclica Laudato Si’, y su defensa de migrantes y pobres redefinieron el papado como una voz global por la justicia social.
Con su muerte, Francisco deja una Iglesia tensionada entre tradición y modernidad, pero indudablemente transformada. Sus reformas, aunque incompletas y cuestionadas, sentaron las bases para un diálogo más inclusivo y transparente, consolidándolo como un faro de esperanza para millones y un desafío permanente para los que hereden su misión.
La geopolítica de Francisco
El pontificado de Francisco redefinió la diplomacia vaticana al desviar su eje desde Europa hacia las periferias globales, priorizando diálogos con actores históricamente distantes. Su estrategia rompió el tradicional “eurocentrismo” eclesiástico: desde el acuerdo de 2018 con China para nombrar obispos —un avance en medio de tensiones con el Partido Comunista— hasta su visita a Mongolia en 2023, el primer papa en pisar ese país. Siguiendo la visión de Juan Pablo II sobre Asia como “tercer milenio” del catolicismo, Francisco recorrió Filipinas, Corea del Sur y Japón, mientras impulsaba una redistribución del poder interno: de los 137 cardenales que elegirán a su sucesor, solo 53 son europeos. “Ya no es la Iglesia de París o Milán, sino la de Port Moresby o Ulán Bator”, sostiene Piero Schiavazzi, experto en geopolítica vaticana. Este giro incluyó gestos simbólicos, como inaugurar el Jubileo de 2015 en la República Centroafricana, devastada por la guerra, en lugar de Roma.
Su diplomacia, comparada con el tango por su “capacidad de bailar en espacios estrechos”, combinó pragmatismo y audacia. Medió en el histórico deshielo entre Cuba y Estados Unidos en 2014, aunque luego chocó con Donald Trump, y promovió la paz en Colombia y Venezuela. En África, donde el catolicismo crece a un ritmo de 7 millones de fieles anuales, visitó Sudán del Sur y se arrodilló ante líderes rivales para pedir reconciliación. Sin embargo, no evitó roces: en Nicaragua, Daniel Ortega expulsó a monjas y encarceló sacerdotes críticos. Francisco demostró que la Santa Sede podía ser un actor global sin alinearse con Occidente, aunque su legado geopolítico, como el acuerdo chino, sigue siendo frágil y sujeto al rumbo de su sucesor.
La primera vez que estuve con Francisco en marzo del 2013 le dije que, como a Megafón, lo esperaban batallas celestiales. Se rió mucho y me dijo “Es mi libro preferido, me encanta Marechal”.
— Cristina Kirchner (@CFKArgentina) April 21, 2025
Coincidimos en que “Megafón, o la guerra”, emblemática literatura de Leopoldo Marechal,… pic.twitter.com/XUK5KP8csw