La conformación de Fuerza Patria, la alianza que aglutina a las distintas vertientes del peronismo bonaerense, no ha zanjado las tensiones internas en la definición de candidaturas para las elecciones legislativas del 7 de septiembre. En las últimas horas, el nombre de la vicegobernadora Verónica Magario cobró fuerza como opción de consenso para encabezar la lista en la estratégica Tercera Sección Electoral, un espacio que quedó vacante tras la inhabilitación de Cristina Fernández de Kirchner. Sectores cercanos al gobernador Axel Kicillof promueven que cada sección electoral sea liderada por una figura de su confianza, estrategia que busca capitalizar su imagen pero también responsabilizarlo en caso de un resultado adverso .
Magario, con raigambre en La Matanza —el distrito más poblado del país—, se perfila como una figura sin vetos internos, capaz de navegar entre las aguas turbulentas que separan a Kicillof y el kirchnerismo duro. Su perfil dialoguista es hoy considerado un activo para descomprimir la puja entre La Cámpora y el intendente Fernando Espinoza por el control territorial en el sur del conurbano, región donde se concentrará la batalla electoral contra la alianza de ultraderecha. “Su candidatura pondría en un impasse la disputa”, señalan fuentes internas, destacando su doble sintonía con La Plata y con Cristina Kirchner, a pesar de los históricos desencuentros entre ambos polos .
La declinación tácita de Máximo Kirchner como candidato en esta sección marca un revés para el heredero político del kirchnerismo. Tras un raid mediático posterior al arresto domiciliario de su madre, Máximo parecía posicionarse para liderar la campaña en el conurbano sur. Sin embargo, su candidatura no logra consolidarse, abriendo espacio a alternativas como el intendente de Almirante Brown, Mariano Cascallares —vinculado a Kicillof pero con puentes hacia La Cámpora—, o incluso la quilmeña Mayra Mendoza, cuyo ascenso se vio truncado tras la detención de su concejala Eva Mieri, implicada en un ataque contra el diputado libertario José Luis Espert. La salida de Mieri de la línea sucesoria en Quilmes desarticuló el operativo de Mendoza, dejando a Ariel Burtoli —ahora alineado con Jorge Ferraresi— como reemplazo natural .
Mientras los apoderados de Kicillof, Máximo Kirchner y Sergio Massa sellaban formalmente la alianza con 26 partidos, el gobernador reunió a unos 40 intendentes del MDF garantizándoles el control de las listas locales a cambio de incluir a sectores kirchneristas y massistas. Esta negociación incluye un plan de candidaturas testimoniales en concejos deliberantes para reforzar el poder territorial de los jefes comunales. Sin embargo, la proyección de bancas legislativas (11 para La Cámpora, 11 para Kicillof y 7 para Massa) aún no cuenta con aval unánime, exponiendo la fragilidad del acuerdo .
En paralelo, la reciente media sanción a la reelección indefinida de legisladores provinciales —impulsada por el kirchnerismo y aprobada con el voto decisivo de Magario— genera escozor en la oposición y hasta en aliados del Frente Renovador. “La provincia tiene muchos problemas para enfrentar en salud, educación y seguridad. Este no es el momento para discutir privilegios electorales”, criticó el radical Agustín Maspoli. Esta maniobra, interpretada como un intento de blindar al oficialismo, contrasta con la emergencia de “Somos Buenos Aires”, una coalición de centro que une a peronistas disidentes, radicales y socialistas, y que amenaza con fracturar el voto opositor frente al avance libertario .
Con el plazo para presentar listas venciendo el 19 de julio, la Casa de Gobierno bonaerense se ha convertido en un hervidero de reuniones frenéticas. Allí se dirime no solo la composición de las boletas, sino la posibilidad de que el peronismo evite una fractura mayor en medio de un panorama económico y social crítico. Magario, con su trayectoria técnica y política, simboliza hoy el frágil equilibrio que sostiene Fuerza Patria: un frente unido en el papel, pero que en los pasillos de La Plata libra su batalla más dura.