La inhabilitación de Cristina Kirchner para ejercer cargos públicos tras la ratificación de su condena ha desatado una intensa puja por su herencia política dentro del peronismo bonaerense, particularmente en la estratégica Tercera Sección Electoral, su tradicional bastión. La interrogante central gira en torno a quién capitalizará el caudal electoral de la expresidenta, cuya ausencia en la boleta introduce un factor de incertidumbre significativo. Máximo Kirchner, líder de La Cámpora, siembra la duda como alternativa, afirmando: “Cuando uno tiene conducción está siempre preparado para asumir los roles que haya”. Sin embargo, su figura genera divisiones incluso dentro del espacio peronista y forma parte de una tensa interna con el gobernador Axel Kicillof, quien busca consolidar influencia en el armado de listas a través de su Movimiento Derecho al Futuro y los intendentes aliados.
Esta puja por el liderazgo encuentra un reflejo contundente en la opinión pública. Un estudio reciente del Observatorio de la Facultad de Psicología de la UBA (OPSA), citado en una de las notas, consultó específicamente sobre la sucesión en el Partido Justicialista tras la inhabilitación. Los resultados son elocuentes: Axel Kicillof emerge como el favorito indiscutido con un 39% de las preferencias, muy por encima de Máximo Kirchner, quien apenas alcanza el 3%. El líder social Juan Grabois, con un 21%, se perfila como el referente más sólido entre los sectores más radicalizados del kirchnerismo, superando incluso al exministro Eduardo “Wado” de Pedro (1%). Un significativo 31% de los encuestados manifestó no ver aún a nadie con capacidad para sucederla, subrayando la magnitud del vacío. Estos datos refuerzan lo que otras mediciones sugerían: tras Cristina, Kicillof posee la mejor imagen dentro del espacio opositor.
Julio Burdman, director de la consultora Isasi/Burdman, expresó en El Economista TV: “No estoy seguro que hoy esté en condiciones de trasladar sus votos a otra persona. La política contemporánea no funciona así: es muy importante el nombre y el apellido del candidato. No creo que Máximo sea lo mismo que Cristina”. Esta incertidumbre contrasta con la solidez histórica del peronismo en ese distrito, derrotado solo una vez desde 1983. El fallo judicial ha reposicionado a Cristina como eje del discurso de campaña, centrado ahora en la narrativa de la “proscripción” y denuncias de autoritarismo, aunque Burdman advierte que “la épica de la resistencia no es tan movilizadora como hace cincuenta años, será una retórica a destiempo”. Paralelamente, la propia expresidenta ha introducido otro eje discursivo desde su residencia en San José 1111, cuestionando duramente la situación económica: “Me preguntó cómo se sostiene un modelo económico donde la gente tiene que tarjetear la comida del día a día”. El nivel de participación electoral, tras un desdoblamiento con abstenciones cercanas al 50%, constituye otra variable crucial; analistas como Ignacio Labaqui y Carlos Fara consideran que la condena podría movilizar a votantes peronistas desencantados. Mientras la Tercera Sección concentra la atención por la sucesión kirchnerista, la Primera Sección promete una batalla reñida entre el peronismo y La Libertad Avanza, aliada al PRO, en un mapa provincial donde otras seis secciones parecen inclinarse hacia el espacio libertario.