La reciente alianza entre libertarios y macristas para las elecciones legislativas porteñas de octubre, donde el oficialismo asegura dos bancas diputadas mientras el PRO monopoliza las candidaturas al Senado, exhibe la llamativa plasticidad política de los hermanos Milei. Este pacto sorprende tras la feroz confrontación que protagonizaron en los comicios previos para la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, donde se atacaron sin miramientos. Sin embargo, tras la aparente unidad, subyace una profunda tensión personal entre Karina Milei y Mauricio Macri que trasciende este acercamiento circunstancial. Mientras el presidente Javier Milei muestra un perfil más pragmático, su hermana y principal consejera alberga un antiguo resentimiento hacia el expresidente.
El origen de la bronca se remonta a 2021, según el relato de la propia Karina Milei a su biógrafa, Victoria de Masi. Invitados por Macri a su quinta Los Abrojos, el expresidente centró toda su atención en Javier, prácticamente ignorando a Karina durante la velada, que también incluyó a Juliana Awada. Esta experiencia, descrita por Milei como uno de los momentos más penosos que recuerda, donde se sintió “ghosteada”, desencadenó un deseo de venganza. En ese instante, decidió apoderarse de lo que percibía como el bien más preciado de Macri: la Ciudad de Buenos Aires. Su objetivo declarado es la jefatura de gobierno porteña para 2027, ya sea como candidata directa o mediante un aliado de confianza como Manuel Adorni. Por tanto, el acuerdo electoral actual es visto como una táctica transitoria en su estrategia de largo aliento contra Macri.
Paralelamente, el expresidente prepara su propia contraofensiva. Durante una cumbre con dirigentes del PRO, un Macri más picante y reintegrado a la rosca tras un período de distancia posterior a la derrota en la Ciudad, vaticinó que antes de fin de mes “al Gobierno se le va a acabar el agrande”. Según confió un asistente a LPO, Macri anticipó revelaciones explosivas en Estados Unidos vinculadas al caso Libra, incluyendo chats y transferencias, que afectarían al Ejecutivo nacional. Esta información contrasta con el lento avance de la causa en Argentina, liderada por el fiscal Eduardo Taiano. Su estrategia política, definida como “agazapemos la mayor cantidad de candidatos PRO en las listas”, apunta a construir, hacia diciembre, una “derecha seria” en alianza con los gobernadores opositores y la vicepresidenta Cristina Villarruel para condicionar a Milei.
Macri visualiza que el flamante espacio conformado por seis gobernadores podría terminar estructurando un interbloque parlamentario, presidido probablemente por el cordobés Juan Schiaretti, histórico aliado del expresidente y principal impulsor de esa coalición. Esta maniobra se teje en reuniones estratégicas, como la que semanas atrás mantuvieron Macri, Schiaretti y Miguel Pichetto en oficinas del bajo porteño. La relación del exmandatario con la vicepresidenta Villarruel también es un factor conocido, con encuentros incluso calificados como “secretos” según reveló LPO, negados vehementemente por Pichetto. En el ámbito porteño, Macri mostró apertura a explorar acuerdos de gobernabilidad con Horacio Rodríguez Larreta, incorporando figuras de su espacio a cargos, y dejó un vaticinio inquietante sobre el futuro de Diego Santilli.