El cierre de listas para las elecciones legislativas bonaerenses del 7 de septiembre expuso con crudeza las tensiones internas que atraviesan tanto La Libertad Avanza (LLA) como su alianza con el PRO, en un proceso marcado por el control de Karina Milei y la marginación del sector interno conocido como “Las Fuerzas del Cielo”. Tras jornadas de negociaciones que se extendieron hasta la madrugada en La Plata, la hermana del Presidente y titular del partido a nivel nacional impuso su autoridad a través de su operador político, Sebastián Pareja, relegando a la agrupación vinculada al asesor presidencial Santiago Caputo y al tuitero Daniel Parisini, “Gordo Dan”. El acuerdo, formalizado bajo el nombre “Alianza La Libertad Avanza” y sellado con una fotografía conjunta entre Karina Milei, Pareja, Eduardo “Lule” Menem, Cristian Ritondo (PRO bonaerense) y Diego Santilli, evidenció su fragilidad ante la deserción de varios intendentes macristas como Pablo Petrecca (Junín), María José Gentile (9 de Julio) y Javier Martínez (Pergamino), quienes rechazaron las exigencias libertarias de controlar el 75% de las listas.
La estrategia electoral de LLA priorizó consolidar su marca incluso en distritos complejos, utilizando la lapicera con preeminencia absoluta por parte de Karina Milei y Pareja. Esto se materializó en candidaturas como la del desconocido excomisario Maximiliano Bondarenko, concejal en Florencio Varela y referente del parejismo, quien encabezará la lista en la crucial tercera sección electoral, bastión del kirchnerismo. Su designación apunta a centrar la campaña en la crítica a la inseguridad bajo gobiernos peronistas: “Los bonaerenses no pueden salir tranquilos de sus casas. Las calles están tomadas por la droga, la violencia y el abandono”, según fuentes partidarias. En la primera sección, Diego Valenzuela —exmacrista ahora en LLA— lidera la boleta, mientras que en la quinta lo hará Guillermo Montenegro (PRO), fruto de un pacto local con el armador libertario Alejandro Carrancio.
Para el PRO, el balance fue ambivalente. Ritondo logró ubicar alrededor de nueve candidatos con chances electorales —como Natalia Blanco (segunda sección) y Lucila Bontempo (tercera)—, aunque el partido solo conservó dos cabezas de lista propias tras las deserciones. “Si el PRO iba solo, la mejor encuesta nos daba un 10%, que equivale a 3 legisladores. En este acuerdo llegamos a 8 fácil”, admitió un dirigente amarillo.
Mientras, Las Fuerzas del Cielo sufrieron una ostensible exclusión, limitándose a contados puestos no entrables, como el quinto lugar de Nahuel Sotelo en la tercera sección. El silencio estridente del grupo en redes sociales reflejó su malestar por lo que un operador calificó como un ninguneo: “La lógica de Karina es: Santiago tiene todo el gobierno, yo tengo el partido”.
Esta pulseada interna ocurre en un contexto donde, para LLA, el ciclo electoral representa una oportunidad para “nacionalizar la campaña” y acumular capital político que permita al oficialismo impulsar su agenda de reformas estructurales (tributaria, laboral y previsional) ante el FMI. El éxito se medirá no solo en podios, sino en la capacidad de superar las 87 bancas nacionales necesarias para asegurar el tercio de bloqueo parlamentario. Sin embargo, la creciente disfuncionalidad en el llamado “triángulo de hierro” —donde el Presidente supervisa la economía, Karina maneja lo electoral y el jefe de Gabinete, las funciones políticas — plantea interrogantes sobre la gobernabilidad futura, especialmente si la “política de la humillación” hacia aliados como el PRO genera costos en la construcción de mayorías legislativas.