En el complejo tablero de la política argentina, las semanas previas al cierre de listas para las elecciones legislativas nacionales se convierten en un crisol de negociaciones, tensiones y redefiniciones estratégicas. Fuerza Patria se encuentra inmerso en una profunda disputa interna que, más allá de los nombres propios, revela los desafíos de una coalición que busca reordenarse frente a un escenario político polarizado. La urgencia por consolidar una propuesta unificada choca con ambiciones personales y visiones contrapuestas sobre el camino a seguir, en un contexto donde la unidad se presenta como la principal herramienta para enfrentar a las fuerzas políticas que proponen un rumbo radicalmente distinto para el país.
Uno de los ejes centrales de esta trama es la figura de Máximo Kirchner. Su posible postulación para encabezar la lista de diputados nacionales, una idea que, según se ha reportado, ni siquiera estaba en sus planes iniciales, emergió en las últimas horas como una respuesta a la prolongada negociación con el sector de Juan Grabois. Intendentes afines al cristinismo han impulsado un “operativo clamor” a través de las redes sociales, defendiendo la candidatura del líder de La Cámpora como una alternativa capaz de sintetizar las diversas vertientes del peronismo y evitar una ruptura. Argumentan que la implementación de la boleta única papel exige la presencia de una figura conocida, con capacidad para dar la “pelea mediática” y generar resonancia en el electorado. Sin embargo, la discusión sobre su imagen negativa persiste, aunque sus defensores sostienen que en esta elección, sin balotaje, la clave reside en retener el voto duro, no en ampliarlo. Otros, en cambio, interpretan el lanzamiento de su nombre como una mera estrategia de negociación en la semana decisiva.
La “aventura independentista” de Juan Grabois añade una capa de complejidad a la interna. Su decisión de no inscribir a Patria Grande en la alianza nacional, Fuerza Patria, ha generado desconcierto y tensión. Grabois, quien disputa poder territorial con La Cámpora, se atreve a afirmar que su sector tiene mayor fuerza en los barrios, contraponiendo la “militancia” a lo que considera una “estructura de cargos” de la agrupación kirchnerista. A pesar de sus declaraciones críticas hacia Sergio Massa, el dirigente social ha estirado la negociación hasta el límite, amenazando con presentar su propia lista si no es incluido en la mesa de toma de decisiones. La propia Cristina Kirchner, según trascendió, intentó “ordenarlo”, instándolo a “bajar un cambio” y a que su espacio se integrara a la alianza. No obstante, la discusión de fondo persiste, con Grabois argumentando que una postulación por fuera podría sumar votos de electores “hartos de la rosca interna peronista”, una estrategia que, según él, ya dio resultados en las PASO presidenciales de 2023. La presidenta del PJ, sin embargo, rechaza esta premisa, considerando que una ruptura, por más controlada que sea, podría traducirse en menos bancas en el Congreso, priorizando la contención y la búsqueda de un candidato que funcione como “ordenador interno”.
En paralelo a estas dinámicas, la relación entre el gobernador Axel Kicillof y el núcleo kirchnerista se encuentra en un punto de quiebre. Existe el rumor de la posibilidad de que funcionarios de La Cámpora dejen el gabinete provincial tras las elecciones de octubre. La salida anunciada del ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis, quien asumirá como senador, podría ser el disparador para un reordenamiento del gabinete. En La Plata, se considera que el lazo con el kirchnerismo “está roto” y que, en el fondo, se “fingimos demencia” para mantener una unidad precaria. El último cierre de listas provinciales fue una comprobación de esta fractura, con Máximo y sus emisarios “desapareciendo” antes del plazo final y reapareciendo en una discusión “áspera” que casi rompe el acuerdo. Para Kicillof, este “desplante” fue el colmo, reconociendo en su equipo que son “como esas familias que se juntan en Navidad, pero que no se aguantan”. El gobernador, que ya piensa en un proyecto presidencial propio para 2027, es partidario de “romper lazos” para armar una coalición más amplia, incluso con gobernadores de otros signos políticos, una suerte de frente “anti Milei”.
La mesa de negociación para definir los 35 diputados nacionales que deben inscribirse antes del 16 de agosto a la medianoche, según la nota de Página I12, “no funcionó”. No hubo un solo encuentro entre los principales dirigentes, y los nombres que circulan lo hacen a través de los medios o tímidamente en intercambios de chats. La convicción compartida entre las “tres tribus” es que hay que atravesar rápidamente el cierre, designar una cabeza de lista que no genere grandes malestares y “rezar para llegar unidos al 26 de octubre”, en lo que un dirigente cristinista describe como “un matrimonio con conveniencia que espera que el amor llegue con el tiempo”. El diagnóstico del cristinismo es que la prioridad no es dirimir la disputa de poder interno, sino mantener la unidad para “ganarle a Milei”, incluso si el candidato no “mide” en las encuestas, ya que la gente, en este contexto, vota “el mal menor”. La candidatura de Máximo Kirchner se presenta, entonces, como una salida a esta crisis interna, con la expectativa de que Grabois no compita por fuera si él es el candidato, y con la dificultad de Kicillof para oponerse. La decisión final, sin embargo, recae en Cristina Kirchner, quien monitorea el armado de las listas desde su “encierro en la calle San José”. Otros nombres, como el de Jorge Taiana, preferido por Kicillof, también circulan como opciones atractivas para todas las vertientes.