En medio de un desastre económico y social, la provincia de Buenos Aires se prepara para una elección legislativa que es mucho más que eso: es un verdadero termómetro para medir cómo está viendo la sociedad este momento del gobierno nacional de Milei con respecto a la oposición. El gobernador Axel Kicillof llega a estos comicios después de haberse jugado a todo o nada con una de las decisiones más picantes de su mandato: desdoblar las elecciones provinciales. Si bien él lo vendió como algo técnico para simplificar el voto, en la eterna interna del peronismo lo vieron como una jugada con intenciones de emancipación, apuntada más que nada a fortalecer su liderazgo.
Pero a pesar de las tensiones, Fuerza Patria llegó a la elección con una tregua firmada (a pensar de los deslices del niño Maxi) y un discurso unificado en contra de las políticas del gobierno nacional. La campaña se volvió un plebiscito sobre la gestión de Javier Milei. El propio Kicillof lo dijo sin filtro en una entrevista con Infobae: “Milei está con una suerte de crisis muy profunda de personalidad, llamémosla política. Yo hablo de una estafa electoral de Milei desde que inició”. Y, para que no queden dudas, el gobernador enumeró los fracasos en industria, construcción y turismo, además de la “crisis moral vinculada con la corrupción del Gobierno”, en una clara alusión al escándalo de los audios de la Agencia Nacional de Discapacidad que salpican a Karina Milei.
El resultado del domingo no solo definirá la Legislatura bonaerense —donde el oficialismo provincial busca mantener la mayoría para aprobar el Presupuesto y las reformas en seguridad— sino que también definirá el futuro político de Kicillof. Un triunfo le daría el empuje que necesita para consolidar su liderazgo dentro del peronismo y alimentar sus aspiraciones presidenciales para 2027, un sueño que ya se animan a mencionar intendentes aliados como Jorge Ferraresi. Una derrota, en cambio, sería un golpe directo y sus adversarios internos no dudarán en pasársela en la cara por la decisión de desdoblar las elecciones. “Si el 7 perdemos, se acaba el sueño presidencial de Axel”, confesó sin anestesia un funcionario camporista, según un análisis sobre lo que se está jugando el gobernador.
Pase lo que pase, la interna peronista seguirá después de la elección. Dirigentes de ambos espacios reconocen que la tregua es solo de fachada y que las diferencias son de fondo. “Si ganamos, La Cámpora lo va a criticar igual a Axel. Y si perdemos, lo van a criticar el doble”, vaticinó un intendente del conurbano. Sin embargo, el hecho de que hayan logrado mantener una boleta única y un mensaje sólido contra el gobierno nacional es un dato no menor, sobre todo si se lo compara con la fragmentación que muestra la oposición de derecha, donde el PRO y los radicales compiten por separado. Este domingo no solo se definirán diputados y senadores provinciales: se marcará el rumbo de la principal fuerza opositora nacional y se pondrá a prueba la estrategia del que quiere ser su líder natural.