13 Abr 2025

Cristina y Kicillof intentan evitar la ruptura

El peronismo bonaerense atraviesa uno de sus momentos más críticos en años. Lo que comenzó como un debate técnico sobre la conveniencia de elecciones concurrentes o desdobladas se ha convertido en una pulseada por el poder al interior del espacio, mientras La Cámpora presiona por que se rompa todo para tomar el control.
Cristina y Kicillof intentan evitar la ruptura

Cristina y Kicillof piden calma, pero la grieta sigue abierta

En las últimas horas, tanto Cristina Fernández de Kirchner como el gobernador Axel Kicillof han intentado bajar el tono de la interna. La expresidenta reunió a intendentes y legisladores en la sede del sindicato de Anses, donde insistió en la necesidad de unidad para enfrentar a Milei en 2025. “El enemigo es Javier Milei, no nosotros”, repitió como un mantra, buscando frenar las divisiones.

Por su parte, Kicillof, desde un acto con la UOM en Mar del Plata, evitó los cruces directos pero dejó en claro que no dará marcha atrás en su decisión de separar las elecciones. “Sobre cualquier sistema electoral se puede construir unidad”, dijo, en un mensaje conciliador pero firme.

Sin embargo, detrás de estos gestos públicos, la interna sigue hirviendo. La insistencia de La Cámpora en imponer elecciones concurrentes –aunque ya perdieron esa batalla– y su discurso confrontativo hacia Kicillof revelan una estrategia más profunda: no se trata solo de cuándo se vota, sino de quién controla el aparato.

La Cámpora y su juego de poder por los más cargos

Mientras Cristina y Kicillof llaman al diálogo, La Cámpora opera en otra dirección. Su objetivo no es simplemente ganar elecciones, sino asegurar espacios de poder dentro del peronismo, incluso si eso significa tensar al máximo la cuerda.

– Presión sobre los intendentes: Varios jefes comunales, como Nicolás Mantegazza (San Vicente) y Mayra Mendoza (Quilmes), han salido a respaldar públicamente a Cristina, pero otros prefieren mantener distancia de la lógica rupturista que impulsa La Cámpora.
– Copar listas y estructuras: El movimiento (alguna vez) juvenil kirchnerista no oculta su ambición de colocar a sus referentes en lugares clave, desde bancas legislativas hasta puestos en el gobierno bonaerense. No se conforman con ser un ala más del espacio; quieren ser la columna vertebral.
– El riesgo de la fragmentación: Si bien Cristina sigue siendo la figura aglutinante, la insistencia de La Cámpora en forzar internas y desplazar a otros sectores podría terminar debilitando al peronismo justo cuando más necesita cohesión frente a Milei.

¿Unidad o hegemonía? El verdadero dilema del cristinismo

El discurso público de Cristina apunta a la unidad, pero las acciones de La Cámpora contradicen ese relato. Mientras el PJ intenta evitar una ruptura abierta, una parte del kirchnerismo sigue presionando para imponer su agenda, incluso si eso significa quemar puentes con aliados clave.

El problema no es solo electoral, sino de supervivencia política: si el peronismo bonaerense entra fragmentado a 2025, no solo perderá chances contra Milei, sino que podría terminar desdibujado como fuerza. Y en ese escenario, La Cámpora podría quedarse con el control de lo que quede del espacio, pero a un costo altísimo: la irrelevancia de un peronismo dividido.

El tiempo apremia, y las decisiones de las próximas semanas definirán si el cristinismo sigue siendo un movimiento de poder o se convierte en un archipiélago de facciones en pugna.