Cristina Kirchner puso en marcha las nuevas autoridades del Partido Justicialista en la histórica sede de Matheu 130, en Buenos Aires. El encuentro, aunque de carácter administrativo, fue una clara demostración de fuerza en medio de un contexto de creciente tensión interna, marcado por la reciente “rebelión” del gobernador bonaerense Axel Kicillof y un grupo de intendentes que buscan distanciarse del liderazgo de la ex presidenta.
El acto, celebrado este martes, reunió a cerca de un centenar de referentes del PJ, en su mayoría aliados incondicionales de Cristina, quienes asumieron roles clave en la estructura partidaria. Entre los nombramientos más destacados se encuentran Teresa García, como secretaria general, y Rodra Rodríguez, al frente de la tesorería, ambos históricos referentes del cristinismo. Además, una docena de secretarías quedaron en manos de miembros de La Cámpora, el ala más dura del kirchnerismo, consolidando así el control de Cristina sobre el partido.
Este reparto de cargos no solo refuerza el dominio de Cristina en el PJ, sino que también deja en evidencia la exclusión de Axel Kicillof y su espacio político, Movimiento Derecho al Futuro, que recientemente lanzó junto a decenas de intendentes bonaerenses. Esta movida ha sido interpretada como una “secesión” dentro del peronismo, especialmente en la provincia de Buenos Aires, el bastión tradicional del kirchnerismo.
“Nadie la quiere de jefa política a Cristina, pero todos quieren sus votos”, señalaron desde el Instituto Patria, en referencia a la ambivalente relación que muchos dirigentes mantienen con la ex presidenta. A pesar de las críticas y los intentos de distanciamiento, el peso electoral de Cristina sigue siendo un activo clave para cualquier sector del peronismo.
Fuentes cercanas a intendentes aliados de Kicillof, argumentan por lo bajo que están cansados de que Cristina se equivoque en la elección de candidatos, en referencia a las fallidas experiencias de Scioli candidato, y de Alberto Fernánez presidente:”Axel tiene todo para encabezar un proyecto: “Es un gran gestionador, es joven, brillante, y nadie duda de su honestidad”, dicen cerca de Ferraresi.
En el acto, Cristina estuvo acompañada por figuras como José Mayans, Lucía Corpacci, Germán Martínez y Mariel Fernández, entre otros, quienes ocuparán cargos en la nueva mesa directiva del Consejo Nacional del PJ. También estuvieron presentes intendentes leales a Cristina, como Mayra Mendoza (Quilmes) y Federico Otermín (Lomas de Zamora), quienes se mantuvieron al margen de la alianza con Kicillof.
La reunión no solo sirvió para formalizar la nueva estructura partidaria, sino también para enviar un mensaje claro: Cristina no está dispuesta a compartir el mando. “En el PJ, Cristina va por el control total”, fue la conclusión que dejó el encuentro, según fuentes cercanas a la ex presidenta.
Sin embargo, esta estrategia de control absoluto no está exenta de riesgos. La exclusión de Kicillof y otros sectores del peronismo podría generar roces internos y debilitar la unidad del partido en un momento crucial, marcado por la creciente polarización política y los desafíos que plantea el gobierno de Javier Milei.
Además, el lanzamiento de “Derecho al Futuro” y la posibilidad de que Kicillof impulse la suspensión de las PASO han abierto un nuevo frente de conflicto dentro del peronismo. Mientras Kicillof busca fortalecer su propio movimiento, Cristina parece decidida a mantener su hegemonía, incluso a costa de profundizar las divisiones.
En este escenario, las definiciones de CFK sobre el futuro del PJ y su postura frente a las tensiones internas serán clave para determinar si el peronismo logra mantener su cohesión o si, por el contrario, se fragmenta aún más en un año electoral decisivo. Por ahora, el mensaje es claro: Cristina Kirchner no cede terreno, pero el costo de esta estrategia podría ser alto.
El mensaje es directo: Cristina no está dispuesta a compartir el mando. Los puestos clave quedaron en manos de sus aliados más leales.