Javier Milei no tuvo reparos en expresar su entusiasmo desbordado al felicitar a Donald Trump por su victoria en las elecciones de 2024. En lugar de un mensaje diplomático, el presidente argentino se lanzó a una exagerada declaración de apoyo, llamando a Trump un “líder valiente” y destacando su triunfo como una “gran victoria para la libertad”, como si fuera el único capaz de salvar al mundo del populismo.
La exageración fue tal que parecía que la victoria de Trump representaba una “oportunidad histórica” para Argentina, como si fuera la clave para resolver todos los problemas económicos y políticos del país. En vez de un gesto diplomático, Milei se mostró más como un ferviente admirador de Trump, dando la impresión de que su victoria podría resolver de golpe la crisis interna de Argentina.
Con este entusiasmo desmedido, Milei desvió la atención de los problemas reales del país, centrando todo en la figura de Trump, lo que provocó una sensación incómoda y de “vergüenza ajena”. En lugar de comportarse como un presidente serio, pareció un fanático político, lo que dejó claro que su enfoque está más en la figura de Trump que en las soluciones concretas para los argentinos.