En un giro que refleja los complejos entramados de la política contemporánea, Máximo Kirchner, líder de La Cámpora, mantuvo un encuentro reservado con el empresario Augusto Marini, figura clave en el ecosistema de streaming y socio de Daniel Parisi, conocido como “El Gordo Dan”, ícono libertario y operador cercano al asesor presidencial Santiago Caputo. El hecho ocurrió tras una entrevista de Kirchner en el canal Blender —propiedad de Marini— con el conductor Tomás Rebord, donde el empresario, cuya presencia física en sus estudios es calificada como “poco habitual” según la nota de Pablo de León en Clarín , esperó pacientemente para dialogar en privado con el heredero político de Cristina Fernández. La reunión, facilitada por el influencer Iván Liska, brazo derecho de Marini, permanece envuelta en misterio, aunque alimenta especulaciones sobre un posible acercamiento de Máximo al programa “La Misa” de Parisi, espacio que ya recibió a Javier Milei, o incluso un intento de atenuar la polarización en el ámbito digital .
Este episodio se inscribe en un contexto de intensas negociaciones al interior del peronismo bonaerense, marcado por fricciones entre el kirchnerismo y el gobernador Axel Kicillof. Durante una reciente reunión a solas, Máximo transmitió a Kicillof que su “intención no es ser candidato”, declaración que alivió tensiones y facilitó un armado electoral menos confrontativo, integrando también al massismo y a sectores como el de Juan Grabois, apadrinado por el propio Kirchner . El gobernador había llegado al encuentro temiendo una ruptura que dejara su espacio sin la simbología del Partido Justicialista o la “Lista 2”, pese a contar con el respaldo de 47 intendentes y las centrales obreras. Para coordinar las listas, se designaron negociadores clave: Gabriel Katopodis, Julio Alak y Mariano Cascallares (axelismo), junto a Federico Otermín y Mayra Mendoza (cristinismo), mientras Sergio Massa delegó en Alexis Guerrera y Sebasti Galmarini .
No obstante, el clima dista de ser armónico. En una posterior reunión ampliada, Máximo recurrió a su táctica característica de forzar rupturas: ante bloqueos en la discusión, amenazó con “Renuncio, me voy; arréglense ustedes”, reflejando un estilo que ya exhibió durante el gobierno de Alberto Fernández y que culminó con su prematura retirada del encuentro . Un ministro kicillofista resumió el malestar con una frase cáustica: “Axel no a reuniones, va a emboscadas”, evocando anteriores enfrentamientos en Moreno y Quilmes donde La Cámpora mostró hostilidad .
Tras la definición de Máximo de no competir, emergen los “candidatos tapados” para las elecciones legislativas provinciales del 7 de septiembre. En la Primera Sección, los nombres que suenan son Leonardo Nardini (Malvinas Argentinas), Gabriel Katopodis (San Martín) y Federico Achaval (Pilar). Para la Tercera Sección, se perfila una estrategia de consenso con figuras sin vetos cruzados, como los intendentes Gastón Granados (Ezeiza) y Nicolás Mantegazza (San Vicente) . El acuerdo, que debe cerrarse antes del 19 de julio e incluirá las listas nacionales para octubre, cuenta con la supervisión activa de Cristina Fernández, quien desde su prisión domiciliaria en San José 1111 “fatiga su teléfono con mensajes y audios” para orientar a sus leales, en un escenario donde hasta los vecinos de Constitución notan la persistencia de autos de alta gama coordinados por el comisario Walter Carbone.