El peronismo bonaerense navega aguas turbulentas en la carrera hacia las elecciones legislativas del 7 de septiembre, con los intendentes emergiendo como actores centrales en un frágil entramado de negociación de listas. Tras la condena efectiva y el arresto domiciliario de Cristina Fernández de Kirchner, las distintas agrupaciones que integraban Unión por la Patria buscan recomponer diálogos fracturados. Un grupo de jefes comunales, conscientes de que cualquier paso en falso podría desatar conflictos irreparables, trabaja discretamente como mediadores entre el sector cristinista y el Movimiento Derecho al Futuro. Este esfuerzo intersectorial busca evitar el relegamiento de alguno de los bloques en el armado electoral.
La presión por definir una estrategia unificada se intensifica ante el inminente cierre de alianzas el 9 de julio. Impulsados por Sergio Massa y Máximo Kirchner, se intentó sin éxito una reunión técnica de apoderados en el PJ, excluyendo inicialmente al MDF bajo el argumento de que es una agrupación y no un partido formal. Esta omisión generó preocupación en el entorno de Kicillof, quien respondió convocando su propia “mesa política” para distribuir candidaturas “y ganarle a Javier Milei”. Según declaró el gobernador a C5N, este mecanismo fue acordado con CFK en un encuentro previo a la ratificación de su condena. Sin embargo, la autopercepción de Kicillof como convocante irritó a sectores del kirchnerismo, que consideran que la jefatura política corresponde a CFK. “Es una estupidez estar mirando quién encabeza. Tenemos que resolver esta situación y va a haber unidad”, atenuaron voces del massismo ante la nueva tensión.
La pulseada por el liderazgo operativo derivó en una solución transitoria: Kicillof designó a cuatro intendentes del MDF —Julio Alak (La Plata), Fernando Espinoza (La Matanza), Andrés Watson (Florencio Varela) y Alberto Descalzo (Ituzaingó, representando a su hijo Pablo)— como sus negociadores frente a una delegación cristinista integrada por Mayra Mendoza (Quilmes), Federico Otermín (Lomas de Zamora) y Leonardo Nardini (Malvinas Argentinas). Otermín, designado por La Cámpora para coordinar con el gobernador, ya mantuvo un encuentro con Kicillof esta semana, reactivando conversaciones que habían quedado en pausa tras el fallo judicial contra CFK. La mesa, que se reunirá esta semana sin fecha exacta pero antes del fin de semana según fuentes de La Plata, enfrenta dos desafíos mayores: establecer criterios de proporcionalidad para el reparto de bancas y seleccionar candidatos competitivos mediante sondeos.
El plato fuerte de la negociación es la Tercera Sección Electoral, bastión peronista con casi 5 millones de votantes donde el kirchnerismo confía en triunfar y que CFK pretendía encabezar antes de su inhabilitación. El MDF, que reclama al menos la mitad de los “entrables” —unos treinta lugares— por su peso en intendentes, población y votos, resiste ceder la cabecera a Máximo Kirchner. “Si un grupo lidera la Tercera, el otro encabeza la Primera”, razona un dirigente experimentado, aludiendo a un sistema de compensaciones. En la Primera Sección, el cristinismo propone a Nardini mientras el kicillofismo impulsa a Gabriel Katopodis. La desconfianza mutua persiste: algunos intendentes del MDF amenazan con listas paralelas si La Cámpora controla la Tercera, y figuras como Jorge Ferraresi (Avellaneda) o Mario Secco (Ensenada) evalúan listas testimoniales locales. “Tiene que quedar claro que acá es Milei o el trabajo digno”, insistió Kicillof, subrayando la urgencia de un frente unido contra el oficialismo.
La elección que viene es tan simple, e importante, como la plantea @Kicillof en #Minuto1. Es trabajo digno o Milei, es salud o Milei, es educación o Milei. Y no es chamuyo, ya que en dos años aumentó la desocupación y no construyó nación una sola escuela u hospital.#AxelEnM1 pic.twitter.com/arhkkrHmwI
— Editor✍ (@Editor_76) June 24, 2025
Mientras tanto, otras fuerzas progresistas —Frente Grande (aliado de Kicillof), Nuevo Encuentro, Partido Solidario y Frente Patria Grande— aguardan para sumarse a la alianza una vez se destraben las diferencias entre las tribus principales. Juan Grabois condicionó su participación a ese acuerdo previo. La carrera es contra el reloj: el 9 de julio vence el plazo para inscribir las alianzas, diez días antes del cierre de listas. Aunque el clima es de pragmatismo forzado —”si no se rompió hasta ahora es solo porque a nadie le conviene”, admitió un funcionario—, la sombra de la fragmentación ronda. Cada sector preserva sus estructuras partidarias como plan B, evidenciando que la unidad, aunque declarada como imperativo, aún depende de frágiles equilibrios y concesiones mutuas. Como sentenció CFK en su mensaje desde Plaza de Mayo: “Y desde donde me toque estar, desde la trinchera que sea, seguiré haciendo todo lo que esté en mis manos para estar junto a ustedes”.