Mientras Cristina Fernández de Kirchner (CFK) insinúa su candidatura a diputada provincial por la Tercera Sección, el peronismo bonaerense enfrenta una crisis sin precedentes. Lejos de unificar, la decisión de la expresidenta de imponer su figura en el histórico bastión K profundiza las grietas con el gobernador Axel Kicillof y expone el desgaste de un movimiento acostumbrado a operar bajo lógicas verticalistas.
Aunque sus aliados más leales —como Mayra Mendoza (Quilmes) y Gastón Granados (Ezeiza)— promueven su candidatura, la estrategia de CFK choca con la realidad: siete de los 17 municipios peronistas de la sección responden a Kicillof, incluyendo distritos clave como La Matanza (Fernando Espinoza) y Avellaneda (Jorge Ferraresi). La insistencia de La Cámpora en controlar las listas, tal como ocurrió en 2023 con Emmanuel González Santalla, revive el malestar de intendentes marginados por Máximo Kirchner, quien entonces priorizó lealtades partidarias sobre pesos pesados territoriales.
Máximo genera resentimientos
La lapicera de Máximo Kirchner en 2023 no solo consolidó su influencia, sino que sembró resentimientos. Al relegar a figuras como Espinoza y Cascallares en favor de operadores políticos cercanos —como Martín Insaurralde—, el hijo de CFK fragmentó al peronismo. Hoy, esos intendentes “ninguneados” lideran la resistencia contra el clan Kirchner, alineándose con Kicillof bajo una consigna clara: “La historia no se repetirá”.
CFK: ¿candidata o lastre?
Aunque CFK aspira a capitalizar su núcleo duro (Quilmes, Lanús, Ezeiza), su posible candidatura enfrenta dilemas. Su estilo confrontativo y la sombra de su gestión acompañando al gobierno de Alberto Fernández —y la agenda judicial que le espera— podrían alienar a votantes moderados. Además, su presencia en la boleta tensionaría la convivencia con intendentes kicillofistas, quienes controlan municipios clave como Berazategui (Mussi) y Florencio Varela (Watson).
La oposición acecha
Mientras el peronismo se desangra, la oposición ve una oportunidad. La Libertad Avanza y el PRO despliegan nombres como Néstor Grindetti (exintendente de Lanús) y Sebastián Pareja, que podrían capitalizar el descontento ante un oficialismo fracturado. En 2023, Unión por la Patria logró el 51% en la sección, pero con una abstención récord del 40%, señal de que el kirchnerismo ya no moviliza como antes.
¿Final previsible?
La obsesión de CFK por controlar las listas —replicando el centralismo de su época presidencial— podría sellar el declive del peronismo bonaerense. Con distritos emblemáticos como La Matanza (1,1 millón de votantes) en manos de Kicillof y una oposición fortalecida, la Tercera Sección no es un “polvorín” por su fuerza K, sino por el riesgo de que el verticalismo kirchnerista dinamite lo que queda de unidad.